El desafío de la baja de paternidad en el deporte profesional

La implementación efectiva de permisos parentales en deportes profesionales sigue siendo un reto cultural y estructural pese a estar respaldada legalmente.

2 de noviembre de 2025

Ana Torres

La normativa legal y su incumplimiento en el deporte

En el ámbito del deporte profesional en España, existe una regulación que, aunque poco aplicada, es de cumplimiento obligatorio: las seis semanas de permiso por nacimiento y cuidado del menor. Esta obligación afecta a todos los trabajadores, incluidos los deportistas, pero en disciplinas como el fútbol, baloncesto o deportes de élite, su aplicación es prácticamente inexistente.

El artículo 48.4 del Estatuto de los Trabajadores establece que el contrato laboral debe suspenderse durante 16 semanas, con seis de ellas consideradas obligatorias e irrenunciables para ambos progenitores. Durante este período, el deportista no puede entrenar ni competir, y el club está obligado a comunicar la baja a la Seguridad Social. Sin embargo, en la práctica, muchos deportistas continúan participando en competiciones tras convertirse en padres, desafiando una norma diseñada para promover la conciliación y el bienestar familiar.

Situaciones como la del jugador del Alavés Jon Guridi, quien acudió a entrenar horas después de ser padre, han puesto sobre la mesa un tema que el deporte profesional ha evitado durante años. Legalmente, esto podría considerarse una infracción laboral, incluso sancionable, ya que durante ese tiempo el futbolista está inhabilitado para trabajar.

Este fenómeno no se limita al fútbol. Desde porteros como Cristian Ramos, quien anunció públicamente su baja por paternidad, hasta figuras como Jon Rahm, golfista que se tomó un descanso en 2020 por el nacimiento de su hijo, estas excepciones rompen con un sistema que prioriza los resultados deportivos sobre la conciliación familiar.

La baja por paternidad en el deporte no es un privilegio; es un derecho irrenunciable y una obligación legal. Sin embargo, los contratos deportivos, los calendarios apretados y la presión competitiva dificultan su cumplimiento. Muchos deportistas temen perder sus puestos o ver afectadas sus renovaciones si ejercen este derecho tácitamente.

Según lo establecido en el Real Decreto 1006/1985, que regula las relaciones laborales de los deportistas profesionales, cualquier aspecto no previsto por esa norma se rige por el Estatuto de los Trabajadores. Pese a ello, clubes raramente comunican las bajas por paternidad y las autoridades laborales suelen pasar por alto estos incumplimientos.

El objetivo del permiso no solo es proteger al progenitor sino también garantizar el bienestar del menor y promover una mayor responsabilidad compartida entre padres y madres. Expertos señalan que ignorar este derecho perpetúa desigualdades estructurales dentro del deporte.

A diferencia del mundo laboral general, donde cada vez más se valora la conciliación familiar, en el deporte profesional aún persiste una cultura que considera la paternidad como una distracción incompatible con la alta competición. Ejemplos históricos como David Beckham, criticado alguna vez por priorizar su vida familiar o casos recientes donde jugadores apenas se ausentan unos días tras tener un hijo reflejan esta falta de normalización del cuidado parental.

Aunque la ley está clara al respecto, sigue vigente un tabú cultural sobre la paternidad en ámbitos deportivos. La baja por nacimiento todavía no forma parte integral de los planes habituales de clubes o federaciones deportivas; muchas estructuras aún no están preparadas para facilitarla sin afectar negativamente las carreras deportivas.

Mientras tanto, crece cada día más la demanda social por promover políticas que fomenten la conciliación laboral-deportiva y respeten los derechos laborales básicos. La opinión creciente entre expertos es que “la baja de paternidad no interrumpe ni perjudica sino que hace más justo e inclusivo al deporte”.

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Ana Torres

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