La Tranquilidad Espiritual en el Monasterio de Silos

El Monasterio Santo Domingo de Silos ofrece un refugio espiritual donde arquitectura milenaria y vida contemplativa convergen para elevar el alma.

La Tranquilidad Espiritual en el Monasterio de Silos

2 de noviembre de 2025

Marcos López

Un Viaje por los Caminos de Castilla y la Imponente Abadía

Recorriendo los antiguos senderos y campos de Castilla, se puede sentir la esencia de la región, donde según Antonio Machado, “El Duero atraviesa el corazón de Iberia y de Castilla”. La naturaleza se muestra generosa y llena de belleza. A lo lejos, se divisa la majestuosa estructura del Monasterio de Santo Domingo de Silos, hogar de monjes Benedictinos. Para estos monjes de clausura, “el monasterio es una ventana al cielo”, mientras que para los visitantes representa un refugio para el alma y una experiencia que eleva los sentidos a través de su arquitectura entre el barroco y el neoclasicismo, además del conjunto artístico que alberga.

Las edificaciones, claustros, patios y columnas con sus capiteles muestran una armonía que invita a quienes buscan santidad en la tierra a responder al llamado divino. La belleza arquitectónica se convierte en un sustento para el espíritu y un camino hacia Dios.

Los bajorrelieves en los capiteles representan momentos clave en la vida, pasión y muerte de Jesús. Entre ellos destacan escenas como “La Anunciación”, “La Visitación”, “San José con su sueño”, “La huida a Egipto”, “La matanza de los inocentes” y “La coronación de la Virgen”. Un capitel especialmente relevante es el titulado “La fe”, donde Santo Tomás aparece junto a los apóstoles con expresiones profundas. También son destacados el descendimiento de la cruz, la sepultura de Cristo y la tumba del fundador del monasterio, Santo Domingo.

El claustro románico funciona como centro vital del día a día monástico. En su patio central crece un ciprés, símbolo del monasterio que fue exaltado en un poema por Gerardo Diego. Este árbol representa la vida que apunta hacia lo alto mientras sus raíces permanecen firmes en la tierra; igual que los monjes que buscan trascender mediante oración y trabajo diario.

El llamado divino impulsa a cada monje a entregar todo su ser siguiendo los pasos de Jesús. En sus corazones arde esa llama viva del amor divino. Como explica un experto en espiritualidad, “San Pablo no canta solo su amor por Cristo sino también al amor que Cristo inunda su corazón”. La experiencia mística del enamoramiento con Dios es considerada inefable por muchos teólogos.

La vida monástica sigue las reglas establecidas por San Benito, fundador de la orden Benedictina. Estas reglas son profundas, humanas y cristianas; resaltan el amor a Dios y la búsqueda constante de perfección en comunidad. El lema “Donde hay caridad, Dios está presente” refleja esta filosofía. Cada mañana comienza con renovados votos religiosos.

Siete veces al día, los monjes se reúnen para realizar el Oficio Divino o Opus Dei, una práctica destinada a santificar cada momento del día e incluso las horas nocturnas. Las campanas llaman a oración desde temprano hasta entrada la noche; las primeras oraciones se realizan al amanecer mirando hacia Oriente. La liturgia sigue un orden preciso que incluye misa, lectura bíblica, meditación y comunión.

Uno de los aspectos más emotivos es escuchar el canto gregoriano interpretado por los monjes Benedictinos. Estos cantos en latín reflejan una tradición antigua que trasciende las paredes del monasterio llevando su arte musical al mundo entero. Incluyen repertorio litúrgico propio del calendario religioso; actualmente han grabado más de 160 mil discos dedicados a esta forma musical sagrada.

Desde tiempos antiguos, estos monjes han sido creadores culturales: escritores, encuadernadores, artesanos e investigadores sociales y religiosos. El monasterio está ligado al origen del idioma español mediante las famosas ‘Glosas Silenses’, anotaciones escritas en márgenes latinos consideradas uno of the earliest testimonies of Castilian language. Además trabajan en diversas áreas como encuadernación, orfebrería o agricultura.

Bajo el lema “Ora et Labora”, estas acciones están motivadas por el amor a Dios —quien primero nos amó— creando así una comunidad dedicada tanto a la oración como al trabajo manual e intelectual. La unión diaria con Dios se realiza mediante encuentros espirituales constantes donde florecen fe, esperanza y caridad.

San Juan de la Cruz describió esta unión mística como un cautiverio dulce lleno de dolor hermoso: “Oh cautiverio suave / oh regalada llaga”. La presencia constante del Creador transforma cada encuentro diario en una experiencia única e irrepetible dentro del Monasterio de Silos.

Editado por:

Marcos López

Foto del autor
Trabajo como redactor y me motiva descubrir historias que pasan desapercibidas. Me esfuerzo en escribir con un estilo directo y comprensible, siempre buscando que la información llegue a cualquier persona sin rodeos. Disfruto aprendiendo cada día algo nuevo mientras escribo.

Deja un comentario