Contexto histórico y situación actual
Treinta años después de la firma de los Acuerdos de Dayton, que pusieron fin a la guerra civil en Bosnia y Herzegovina (1992-1995), el país sigue enfrentando una serie de desafíos en su proceso de integración y estabilidad. Estos acuerdos, firmados por los líderes de Croacia, Serbia y Bosnia, establecieron una estructura institucional frágil que aún rige la política del país.
En la actualidad, Bosnia está dividida en dos principales entidades autónomas: la Federación de Bosnia y Herzegovina y la República Srpska, que juntas abarcan aproximadamente el 49% del territorio nacional. Además, existe un tercer territorio autónomo, el Distrito de Brčko, gestionado conjuntamente por serbios, bosnios y croatas, aunque con un alcalde perteneciente a la minoría serbia. La estructura territorial también contempla diez cantones dentro de la Federación, con ciertos niveles de autonomía.
A pesar del cumplimiento formal de los acuerdos durante estos años, las heridas abiertas por la limpieza étnica durante la conflicto bélico han consolidado divisiones profundas en las dos principales entidades. Por ejemplo, en la República Srpska, el número de bosnios musulmanes ha disminuido significativamente desde antes del conflicto; en 1991 había alrededor de 450.000 bosnios en esa región y hoy apenas quedan unos 175.000.
De manera similar, en la Federación se observa una reducción drástica en la población serbia. Antes del conflicto había más de 156.000 serbios en Sarajevo y otros centros urbanos; actualmente esa cifra ha bajado a unos 10.000 en Sarajevo y poco más en otras ciudades principales. Se estima que cerca de 400.000 serbios abandonaron sus hogares durante la guerra sin regresar posteriormente.
Estos datos deben interpretarse con cautela debido a las tendencias migratorias actuales y al envejecimiento poblacional; desde 1991 hasta ahora, Bosnia ha visto reducir su población total desde casi 4,5 millones a aproximadamente 3,1 millones.
Las campañas sistemáticas para eliminar comunidades enteras han alterado profundamente el carácter multietnico original del país. La convivencia entre diferentes grupos étnicos se ha visto afectada por estas heridas abiertas que parecen difíciles de cerrar.
Por otro lado, existe un fuerte sentimiento entre algunos sectores serbios por integrar o incluso anexar alguna vez a Bosnia a Serbia o lograr una independencia plena para la República Srpska. Líderes como Radovan Karadzic y Ratko Mladic fueron fundamentales para crear esta entidad separatista durante los años noventa; actualmente figuras como Milorad Dodik continúan promoviendo ideas similares con apoyo cercano al poder político ruso y serbio.
Dodik ha llegado a minimizar eventos como el genocidio en Srebrenica e insiste en cuestionar la legitimidad del Estado bosnio. La comunidad internacional ha logrado contener estas tendencias mediante presión diplomática constante; sin embargo, el avance hacia una estabilidad definitiva requiere integrarse plenamente en organizaciones internacionales como la Unión Europea y la OTAN.
El proceso para fortalecer las relaciones internacionales pasa por incluir a todos los países balcánicos dentro del marco europeo y atlántico. Mientras Albania, Bulgaria, Croacia, Macedonia del Norte, Montenegro e Eslovenia ya forman parte activa tanto de la UE como de la OTAN; otros países como Serbia o Bosnia aún enfrentan obstáculos políticos para su plena incorporación.
La integración regional es vista como clave para garantizar estabilidad duradera frente a tendencias centrifugas que amenazan con fragmentar aún más esta zona estratégica. La participación activa en estos bloques internacionales puede ofrecer un camino hacia una paz sólida basada en cooperación mutua y respeto por las diferencias culturales e históricas.
